sábado, 30 de noviembre de 2013

25. ¿Se puede decir que la doctrina social de la Iglesia impulsa el compromiso social y político de los cristianos?



Sin duda, la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia se orienta, y tiene que hacerlo especialmente en estos momentos, a alentar y nutrir  el compromiso social de las comunidades cristianas y de manera particular de los fíeles laicos. A esto tiende en realidad la acción de la pastoral social y el esfuerzo formativo: a desarrollar un compromiso social y político coherente con la fe cristiana, en la convicción de que a ellos les corresponde «anunciar el Evangelio con el testimonio de una vida ejemplar, enraizada en Cristo y vivida en las realidades temporales: la familia, el compromiso profesional en el ámbito del trabajo, de la cultura, de la ciencia y de la investigación; el ejercicio de las responsabilidades sociales, económicas y políticas» (Comp. 543). Realmente, todas las realidades humanas seculares, personales y sociales, ambientes, situaciones históricas, estructuras e instituciones son lugar adecuado para vivir y actuar el compromiso sociopolítico de los cristianos. El compromiso, en la vida cristiana, es expresión de la vivencia de la fe y de la caridad evangélica.

Esta ha sido una enseñanza constante de la misma doctrina social. El concilio Vaticano II pide a todos los ciudadanos del mundo, sean cuales sean sus creencias, la implicación activa en la vida pública y enseña que, en el cristiano, la misma dimensión social de la fe y de la caridad debe ser siempre un estímulo en el compromiso sociopolítico. Quizá hoy sea más necesario que nunca rescatar la función pública, crítica y liberadora de la fe cristiana para que sea capaz de dinamizar el compromiso de los creyentes en la construcción de un mundo más justo y solidario. En esta perspectiva se sitúan las palabras de Benedicto XVI en su primera encíclica Deus caritas est: «Los fieles laicos, como ciudadanos del Estado, están llamados a participar en primera persona en la vida pública. Por tanto, no pueden eximirse de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común. La misión de los fieles es, por tanto, configurar rectamente la vida social, respetando su legítima autonomía y cooperando con los otros ciudadanos según las respectivas competencias y bajo su propia responsabilidad» (DC 29).

Entre los aspectos importantes del compromiso social de los laicos en los que debe apreciarse la presencia de la doctrina social, es necesario tener en cuenta: el cultivo de una auténtica espiritualidad laical, que lleve a un amor apasionado por Dios y a expresarlo en el servicio a los más pobres; la capacidad de discernimiento para buscar siempre el bien común y los medios y decisiones adecuados; la militancia católica en asociaciones y movimientos comprometidos en lo social; el servicio a los distintos ámbitos de la vida social. Realmente si algo caracteriza el compromiso social que impulsa la enseñanza social de la Iglesia, es un servicio que es signo y expresión de la caridad, que se manifiesta en la vida familiar, cultural, laboral, económica y política. En ellos, los fieles laicos expresan la verdad de la fe cristiana y la verdad de la doctrina social de la Iglesia, que encuentra su plena realización cuando se vive concretamente para responder y solucionar los problemas sociales. Quizá la credibilidad de la doctrina social de la Iglesia reside precisamente en la realización coherente del compromiso social que impulsa.

Existe, pues, un doble reto en las comunidades cristianas. Por una parte, es necesario traspasar a la acción pastoral ordinaria la gran riqueza del magisterio social; por otra, es necesario que la acción pastoral lleve al testimonio y al compromiso social y político.

Fuente: E. Alburquerque Frutos, Doctrina Social de la Iglesia: 25 preguntas, CCS, Madrid 2011.

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